viernes, 25 de febrero de 2011

'Enfermo'

Como decía una canción muy famosa “siempre a la verita tuya”. Así se pronuncian millones de personas presas de una ‘enfermedad’ muy común: el AMOR. ¿Pero en que mesura queremos, amamos y deseamos?, ¿realmente el amor duele como citan tantas y tantas personas?

Siempre he dicho que no demuestra quien más ama sino el que ama mejor. La desmesura es, en muchos casos, una fuente de problemas muy grande.

Son muchas las parejas que acaban en una consulta porque uno de los dos, o incluso ambos, no tienen una percepción adecuada del amor. El amor malentendido, exagerado y llevado a ciertos límites puede llegar a no saber concebir la vida si no es al lado de una persona, y ahí entramos en un problema realmente grave: La dependencia emocional.

Son muchas las causas que pueden llegar a explicar la dependencia emocional: falta de afecto, temor a la soledad, concepto equivocado del amor… pero todo lleva a una misma conclusión: el amor hace daño y no debería ser así.

Si busco ayuda a algún psicólogo, como he hecho, me dice que una buena definición de la dependencia emocional es: “la necesidad emocional que un individuo siente en sus relaciones interpersonales, producto de un patrón de necesidades afectivas insatisfechas en una historia psicoevolutiva”. Vamos, lo que se traduce como: quien no obtuvo afecto y lo busca desesperadamente en una persona ajena.

El concepto de que el amor duele, es a menudo, fruto de la inspiración para la lírica, teatros, escritores y películas. Es tanto así, que incluso autores han descrito y definido un seguido de etapas que un dependiente emocional sufre:

· Primera etapa: Euforia, fruto del enamoramiento y del encuentro de alguien con quien estar.

· Segunda etapa: Subordinación a la persona idealizada en búsqueda de su afecto y aprobación.

· Tercera etapa: Deterioro como consecuencia de la dinámica afectiva establecida.

· Cuarta etapa: donde se produce la ruptura (trauma en muchas ocasiones).

· Quinta etapa: donde el dependiente, ante la imposibilidad de poder tolerar la soledad inicia una nueva búsqueda de relación.

· Sexta y última etapa: Donde se activa nuevamente la fase de euforia. Y así sucesivamente.

Viendo estas etapas podemos sacar una conclusión muy clara: el dependiente se mueve dentro de un círculo, un bucle del que no sale. Pero el problema lo detectamos en las primeras etapas a causa del mal entendido extendido de la definición de ser aprobado y aceptado por el resto.

Este problema consiste en que en muchos casos se educa a la persona en un mundo de sumisión y servilismo. Son muchos los que instruyen éstas ideas a los demás para garantizar su aprobación. Se nos educa para satisfacer las necesidades ajenas y eso a la larga nos convierte en dependientes.

Muchos psicólogos especialistas en terapias de pareja dicen que todos los dependientes acaban en sus consultas porque sus vidas han quedado reducidas al vivir y satisfacer a otros olvidando, incluso, sus propias necesidades.

La idea de ruptura de relación para un dependiente es dramática y en muchas ocasiones esa situación acaba originando trastornos de ansiedad y depresión. El dependiente en lugar de darse una oportunidad para fortalecerse, se refugia en la idea de buscar otra relación en la que le aporte algo nuevo y “medidas” para “curar” su estado, dando lugar a una historia continua e interminable de rupturas y desamor.

Después de todo, no se me ocurre un mejor consejo: No olvidéis vuestras necesidades. El amor es precioso si se sabe llevar bien. Todo es bueno en su justa medida.

Eban