sábado, 21 de julio de 2012

... Y ahí estoy yo


De esto siempre he hecho varias reflexiones, de echo algo dije en alguna entrada del blog, pero no me cansaré de darle vueltas al tema. Aun siendo yo el que le da mucha importancia al estilismo propio y al de los demás no hay que olvidarse que hay que mirar más allá de todo eso.

Quien más y quien menos dedica una parte de su tiempo en arreglarse y cuidar su fachada. Nos levantamos por la mañana, nos aseamos, miramos en nuestro armario y cajones para escoger el modelito del día, perfilamos hasta el más mínimo detalle en ese espejo antes de salir, es más, incluso de vez en cuando volvemos a chequear y confirmar nuestro aspecto en una superficie reflectante que nos encontramos a medida que vamos caminando por la calle. Sabemos que la imagen que reflejamos de nosotros mismos empieza siempre por nuestra apariencia física, de hecho, tanto es así, que muchas empresas comercializan millones de productos para 'sentirnos' mejor con nosotros mismos. Lo curioso es que aun sabiendo todos que el aspecto físico es solo una parte de la totalidad que somos, siempre es más fácil aplicarse ese rimmel o esa gomina que revisar nuestros cimientos. A la pregunta de ¿nos gustamos? una gran parte de la población estoy seguro que contestarían afirmativamente, sí, sí se gustan o en este caso nos gustamos, pero aquí la pregunta importante es: ¿nos queremos?

Un método para averiguar si nos queremos es evaluando nuestra autoestima, que vendría siendo la valoración que tenemos de nosotros mismos. Si se tiene una buena autoestima, se actúa desde la seguridad; en caso contrario la persona actúa desde la inseguridad y se siente amenazada por casi todo lo que le rodea.

Hay algún que otro paso para poder mejorar esa valoración. Uno de los primeros pasos es dejar de pensar de manera negativa y considerar que cada uno de los errores cometidos forman parte de un largo aprendizaje (hace falta recordar que el que lo da todo por aprendido estomáticamente deja de aprender y de vivir una realidad). Lo malo, como la mayoría de casos, viene de las tablas que recibimos de los de arriba, me explico, se nos educa para hacerlo todo bien y se nos instruye en la evitación del sufrimiento, por eso, cuando algo sale mal, en vez de reflexionar y aprender del error, nos hundimos en la desesperación y tendemos a infravalorarnos e incluso a despreciarnos. También quiero recordar que NO todo está en nuestras manos, habrán cosas que podremos cambiar y otras que no.

Me he dado cuenta que en muchas ocasiones nos cohibimos a la hora de expresar nuestras emociones y opiniones por el miedo a la reacción de los demás. Esto solo ayuda a aumentar la sensación de inseguridad propia. Hay que reforzar este punto dándonos igual si nuestra opinión es diferente o contradictoria del resto. Esto ayudará a ser capaces de desenvolvernos en una serie de contextos.

He leído algo de psicólogos hablando del tema y he escogido tres pasos clave para llegar a tener una buena valoración de nosotros mismos. Éstos tres pasos consisten en:

  • Confianza en uno mismo: Se caracteriza por la conciencia de puntos fuertes y débiles, sintiéndonos cómodos en cada uno de ellos.
  • Autoevaluación realista: Asumiendo riesgos calculados y no aceptando retos imposibles.
  • Humor autocrítico: Que fortalezca la honestidad de uno mismo hacia el resto, siempre desde una actitud positiva.

Ya sé que es más fácil ponerse antiojeras, polvos en la cara o engominarnos el pelo, lo sé, pero tenéis que saber que es más provechoso para uno mismo identificar qué aspectos mejorar y trabajar en esa línea. Si queréis ser más 'guapos' o 'guapas' sed realistas, la verdad es belleza. Eso es todo lo que debéis de saber, vosotros lo valéis.

Eban

lunes, 2 de julio de 2012

La banca amorosa...


No sería nada nuevo para alguien cuando se dice estar de acuerdo que el amor es necesario como elemento fundamental en la felicidad de una persona. Su presencia posibilita el bienestar y la plenitud personal. De hecho, su ausencia, es vivida como terrorífica, como una vida llena de carencias a nivel afectivas y una fuente de infelicidad para quienes lo sufren. Enumerar las ventajas del ser querido o el querer resulta muy fácil y familiar. Lo malo viene cuando dejamos en su totalidad el concepto "felicidad" al concepto "amor". Y nos olvidamos que el amor es sólo un complemento, una suma más a la felicidad, y el primer conflicto lo encontramos cuando alguien (uno de los dos en la relación) resta todo el complemento del amor de la pareja, llevándose así la felicidad, y es que querido mío, el amor en depende que circunstancias, resta.

Psicólogos han establecido una serie de conceptos que hacen que estas matemáticas sentimentales fluyan. Tales principios hacen referencia al principio de habituación y al de saturación. No es novedad que nos habituamos a velozmente a las experiencias positivas de la vida. Por ejemplo: Si nuestro amado tiene actitudes culinarias más que aceptables y nos deleita el paladar, nos acostumbramos, olvidándonos del esfuerzo realizado por esa persona, sin necesidad de reforzar constantemente porque ya damos por hecho que siempre será así. En este sentido nos acostumbramos a lo bueno. Lo malo es que la falta de refuerzo hace que el otro mengue las ganas de seguir cocinando, haciendo que nosotros empecemos a valorar demasiado tarde lo que en su día teníamos.

El segundo principio es la saturación, y aquí ocurre todo lo contrario: lo malo cansa. No hace falta ser un gran lumbreras para saber que existe un comportamiento en el ser humano que hace que repitamos comportamientos que nos producen placer y tendamos a evitar los que no lo hacen, (exceptuando personalidades trastocadas donde existe el masoquismo, donde la persona siente placer al patrón autolesivo porque es vivido como recompensante). En las relaciones amorosas la capacidad de resistencia se ve claramente influenciada por este principio, de tal forma que veremos más atractivas a personas que no conozcamos (en este caso la saturación no existe y el balance es claramente positivo). Quien al principio de la relación no cocinaba especialmente bien, al largo de los años, se acaba convirtiendo en una especie de ataque terrorista grastronómico hacia nosotros. Porque la convivencia ha ido haciendo mella en la relación.

De esta manera si vamos sumando poco (no reforzamos lo que realmente nos gusta de la relación) y estamos restando constantemente (nos saturamos ante lo que no nos gusta) no es de extrañar que la gente busque nuevos financieros y matemáticos amorosos, que de entrada, siempre ofrecen un buen tipo de interés. Un buen principio es reforzar con mucha frecuencia lo bueno e intentar mejorar las diferencias y dificultades. Acostumbrarse a lo bueno sin aguantar lo malo y sin posibilidad de cambio nos arruinará.

Y si se me permite el uso de ésta expresión, hagan de sus relaciones una buena matemática y negocio, no vaya a ser que con el tiempo el banco del amor caiga en bancarrota sin resolución.

Eban