domingo, 9 de octubre de 2011

La duda me invade...

Nadie antes que Shakespeare reflejó de manera más audaz y poética los perfiles principales humanos. Por eso, si resucitáramos a Hamlet, tras varios siglos, seguiría haciéndose la misma pregunta: “ser o no ser, esa es la cuestión”. Por que lo que está claro es que la incertidumbre y la inseguridad siguen vigentes a día de hoy.

La duda puede ser causante de dos cosas, una, es que sea una actitud resolutiva y nos permita adaptarnos al medio, y otra es más bien lo contrario, la duda paraliza. Todos somos los reyes navegando entre los mares de la indecisión, la incerteza y la meditación excesiva, que todo ello se traduce como símbolo de inequívoco de la irresolución.

No estoy diciendo que sea malo dudar, ni mucho menos, con la duda tenemos ese margen para el análisis y valoración de los problemas que surgen de nuestra vida. Lo que resulta nefasto es quedarse anclado en ella, como el que delante de una bifurcación, se queda en medio del cruce sin girar a ninguna dirección por no saber que hacer o por no tener claro si girar a la derecha o a la izquierda.

Hay que tener presente que hay dos maneras de actuar ante un problema: la primera, búsqueda de la solución inmediata que nos garantice la desaparición del quebradero de cabeza; la segunda, análisis y valoración del problema sin la búsqueda inmediata de la resolución. Ambas de manera aisladas no conducen al éxito. La primera, porque existe un alto nivel de fracasar por la precipitación de nuestra decisión. La segunda, porque la valoración excesiva del problema sólo lleva a la ampliación del mismo o a diferentes “subproblemas”. Y después de esto, ¿cuál es el camino a escoger?, pues como todo en la vida, lo correcto es un equilibrio, en este caso, el equilibrio entre los dos conceptos, de tal manera que obtenemos: valorar y analizar la dirección más correcta. Eso sí, si dudamos, fallamos.

Una de las cosas más difíciles en la vida es la toma de decisiones, decidir implica posicionarse y, en ciertas ocasiones, renunciar. Si nos asalta la duda y nos dejamos llevar por nuestras inhibiciones, la conducta queda totalmente bloqueada favoreciendo la inactividad. Otro factor bloqueante es el miedo al cambio. Entramos en peligroso terreno de confundir el “no estar mal” con el “estar bien”, cuando son dos cosas muy distintas. El temor a no querer cambiar las cosas por tal de no empeorarlas y quedarnos como estamos, aun estando mal, es siempre la peor estrategia.

El temor a fracasar es en sí mismo el fracaso, ya que no llegamos a solucionar los conflictos, simplemente se aplaza para más adelante porque en ese momento no se está seguro de poder cumplir los objetivos. Lo que suele pasar al dejar pasar el tiempo es que el problema se agrava y aumenta el mal estar interno.

Ante cualquier decisión importante es recomendable actuar con seguridad y conocimiento de uno mismo. No podemos lanzarnos a empresas que están fuera de nuestro alcance, pero tampoco reducirlas limitando a nuestras posibilidades. ¿El mejor camino? El autoconocimiento, que implica saber en cada momento cuáles son nuestras capacidades, que nos permitirán llegar a un punto óptimo de ejecución, y cuáles son nuestras limitaciones, que marcaran el límite de nuestra realización.

Todos tenemos potenciales que no ponemos en práctica por desconocimiento de los mismos. Sin este autoconocimiento previo, correremos el peligro de cometer dos grandes erratas: la sobrevaloración y la infravaloración de nuestros potenciales y limitaciones. El primer error nos conduce al fracaso seguro, el segundo, al temido callejón sin salida llamado frustración.

“One change in my life. This is I need”. Cambio, sí, necesito un cambio, necesito no tener miedo a desterrarte de mi cabeza, necesito valorarme más y dejar a un lado lo vivido para vivir más.

A modo de conclusión sólo citaré un aporte que dijo NIETZCHE: “quien tiene un por qué en la vida no necesita un cómo…”



EBAN

martes, 4 de octubre de 2011

Funcionarios con corazón

Any moment, everything can change. For a minute, all the world can wait. Let go of yesterday. Open up the part of you that wants to hide away. Forget about the reasons why you can’t in life. Because it’s your time, time to FLY.

Corren tiempos difíciles y no solo me refiero a la crisis, me refiero al conjunto de sentimientos llevados a unos límites inexplicables.

Como dije en otras ocasiones el amor llevado a unos limites desastrosos, el amor mal entendido te puede llevar a sufrir mucho y quizá sea el desencadenante de otra serie de problemas.

“Piensas mucho, demasiado me arriesgaría a decir”. Sí, mi subconsciente tiene razón pero él también provoca estas situaciones. El bien y el mal, el conjunto de mi “yo” interior, el “placer” de sufrir al final ha podido conmigo.

“Gracias” la palabra más usada en mi vida desde hace unos días, una palabra que lo dice todo o nada. Y yo quiero darte el “gracias” por “todo”.

Jamás pensé dar las gracias a un profesor, el cual me imparte clases, pero como siempre se suele decir, nunca digas nunca. Siempre indignado con la clase de funcionarios que son los profesores y al final, hoy, voy a acabar dándole las gracias a uno… ¡como cambia la vida!

Hoy bajón otra vez, pero no solo contento con eso, sino que monto el drama a la mejor película del año 2011 y para el resto del siglo XX. Sí, así de triste viene siendo el día de hoy, una mujer a la que ni le va ni le viene mi vida es a la que le acabo explicando absolutamente todo, incluso llegando al terreno sentimental.

No sé si algún día leerás esto que estoy escribiendo ahora mismo, pero no te puedes hacer una idea de lo que me has llegado a ayudar esta tarde. Jamás un profesor me ha visto así y lo que implica que jamás un/a tutor/a me haya ayudado así.

Aprovecho esto para darte miles y millones de gracias y sobre todo aprovecho para pedirte perdón por el drama de hoy.



EBAN