viernes, 3 de agosto de 2012

Soy un esclavo

Muchas cosas nos transforman en lo que somos y una de las principales, querido lector, es nuestra familia, que es de lo que vamos a hablar en esta entrada.

Generalmente no cuestionamos lo que aprendimos en nuestras familias y sin embargo tiene una importancia increíble.
Vayamos al tema, aprendemos dos cosas fundamentalmente:
  • El amor. ¿qué es el amor?. En nuestras familias lo que aprendemos es: qué significa amor y ser amado, y cuando seamos adultos veremos normal que los demás nos traten como hemos sido tratados y amados en casa. Bien o mal, aceptados o rechazados. Así que el amor es lo primero que aprendemos.
  • El miedo, básicamente la pregunta que se hacen muchos o nos hacemos o que os hacéis es ¿el mundo me parece un lugar seguro y divertido o me enseña a tener miedo de todo?

Hay unos patrones químicos y eléctricos muy importantes que se desarrollan y forman en la infancia, por ejemplo nuestro termostato de la hormona de cortisol, que es la hormona del estrés, que te hace saltar cuando estas estresado y cuando sientes miedo también. Y si este termostato de cortisol se ha programado a la alza, si cuando eramos pequeños te han enseñado a tener miedo de todo, saltas a la mínima. Y esto afecta al tamaño de diferentes partes del cerebro humano. Esta parte del cerebro que se puede agrandar o encoger es el hipocanto. Por ejemplo, el hipocanto de las mujeres que de pequeñas han sufrido abusos suelen tenerlo más pequeño de lo normal.

En definitiva, cuando salimos al mundo exterior, siendo ya adultos, vamos a l mundo con las enseñanzas que se nos han impuesto en casa. Sentimos amor, sentimos miedo en la medida que se nos enseñó de pequeños. Por eso es muy importante que pensemos y reflexionemos ¿qué se nos enseñó o que aprendimos en nuestra infancia?

Hay una serie de corrientes que incluso dictaminan que puede afectar el orden de nacimiento de un crío, es decir, si naciste primero, segundo... Y algo tan simple o absurdo tiene su sentido, por ejemplo: los primogénitos. Los primogénitos suelen escoger profesiones donde pueden destacar, ¿por qué? pues probablemente porque ya de pequeños sus padres esperaban mucho de ellos, algo especial... es el primer hijo y pones todos tus deseos y esperanzas en él, te dedicas más tiempo... hasta que llega el segundo. ¿Qué suele hacer este primogénito? Pues se siente responsable de sus hermanos, no quiere defraudar a sus padres, etc. Es más, voy a daros datos prácticos para que veáis que no todo es teoría. De los 23 primeros astronautas en ir al espacio, 21 eran primogénitos, el resto primogénitos únicos. O de los 11 candidatos de las últimas elecciones a la presidencia de Estados Unidos, todos eran primogénitos. Con la cual cosa quiero reafirmar que si tenéis tendencia a asumir el mando con facilidad, a dar la cara y a responsabilizaros.

Y si naces segundo, no lo tienes todo perdido, lo único que tienes que pensar más. Y hay una cosa muy interesante, lo que suelen hacer es adoptar el papel opuesto de su hermano, y suele contestarse a preguntas del tipo: ¿qué puedo hacer para ser diferente al resto?

Y a parte de todo esto existe la presión familiar. A las familias no les gusta que cambies. Si quieres cambiar ellos no te ayudaran, en principio, incluso puede que te de a ti mismo muy mala conciencia a cambiar, ¿por qué? pues porque te da la sensación que les estás fallando, que estas siendo desleal, esperan algo de ti, existe un papel familiar que has  de seguir.

Pongamos un ejemplo del funcionamiento del cerebro. Algo imaginario. Imaginaos que el cerebro esta listo y tu estás en la parte más alta. De lo que se trata es de trazar un camino que te lleve a la parte más baja. Pues bien, ese primer camino que trazarás será el más corto, rápido y sencillo, pero, si te pasas toda una tarde trazando caminos encontrarás caminos que de bien seguro serán diferentes al primero pero que puede que te gusten más. Lo que quiero decir con todo esto es que a fuerza de repetir las cosas más o menos igual las haces de forma automática y ese puede llevar a la creación de los "hábitos". Hábitos buenos o malos, pero que una vez que los creas es muy difícil salirte de ellos, porque son caminos mentales, emocionales y tu caminas solito hacia abajo.

Hay que deshacer depende que camino automático del cerebro. Hay que dedicarle un tiempo (bastante en muchas ocasiones) para crear otros caminos.

Y si estos caminos lo introducimos o adaptamos a la familia lo que tienes que hacer es cuestionarte este rol, este papel. Todos jugamos un papel en la familia. Está el brillante, el egocéntrico, el simpático... ¿qué papel adoptas en una reunión familiar? Pues si quieres cambiar dicho rol lo que has de hacer es completamente lo contrario a tu hábito, es decir, si eres el que trae el regalo, esta vez olvídalo; si eres el que prepara la mesa, esta vez no lo hagas y déjate mimar por el resto; si eres el gruñón, ten unas palabras bonitas para todo. Ya verás que pasa. Pase lo que pase siempre pasará una cosa y es que todos se resisten al cambio y al que tu cambies.  Sea a mejor o a peor, porque cuando cambias estas amenazando el núcleo familiar y a tu papel en éste.

Para cambiar tu forma de ser hay que seguir unos pasos. Para aprender y deshacer unos caminos los pasos son:

  • Piensa: ¿qué hay que cambiar?, ¿cómo?
  • Hazlo: repítelo tantas veces como sean necesarias.
  • Sé: sé quien tu quieras ser.
Los seres humanos necesitamos estabilidad, pero demasiada estabilidad lo que puede significar es que renuncies a utilizar todas tus capacidades, todos tus potenciales y que te encierres en un papel, en un guión, que aprendimos en la infancia y que tal vez no nos haga del todo feliz.

Así que no seas un esclavo sin saberlo, cuestiona como vives, lo que eres, como te relacionas con el resto del mundo y escribe tu propio guión y reinventate. 

sábado, 21 de julio de 2012

... Y ahí estoy yo


De esto siempre he hecho varias reflexiones, de echo algo dije en alguna entrada del blog, pero no me cansaré de darle vueltas al tema. Aun siendo yo el que le da mucha importancia al estilismo propio y al de los demás no hay que olvidarse que hay que mirar más allá de todo eso.

Quien más y quien menos dedica una parte de su tiempo en arreglarse y cuidar su fachada. Nos levantamos por la mañana, nos aseamos, miramos en nuestro armario y cajones para escoger el modelito del día, perfilamos hasta el más mínimo detalle en ese espejo antes de salir, es más, incluso de vez en cuando volvemos a chequear y confirmar nuestro aspecto en una superficie reflectante que nos encontramos a medida que vamos caminando por la calle. Sabemos que la imagen que reflejamos de nosotros mismos empieza siempre por nuestra apariencia física, de hecho, tanto es así, que muchas empresas comercializan millones de productos para 'sentirnos' mejor con nosotros mismos. Lo curioso es que aun sabiendo todos que el aspecto físico es solo una parte de la totalidad que somos, siempre es más fácil aplicarse ese rimmel o esa gomina que revisar nuestros cimientos. A la pregunta de ¿nos gustamos? una gran parte de la población estoy seguro que contestarían afirmativamente, sí, sí se gustan o en este caso nos gustamos, pero aquí la pregunta importante es: ¿nos queremos?

Un método para averiguar si nos queremos es evaluando nuestra autoestima, que vendría siendo la valoración que tenemos de nosotros mismos. Si se tiene una buena autoestima, se actúa desde la seguridad; en caso contrario la persona actúa desde la inseguridad y se siente amenazada por casi todo lo que le rodea.

Hay algún que otro paso para poder mejorar esa valoración. Uno de los primeros pasos es dejar de pensar de manera negativa y considerar que cada uno de los errores cometidos forman parte de un largo aprendizaje (hace falta recordar que el que lo da todo por aprendido estomáticamente deja de aprender y de vivir una realidad). Lo malo, como la mayoría de casos, viene de las tablas que recibimos de los de arriba, me explico, se nos educa para hacerlo todo bien y se nos instruye en la evitación del sufrimiento, por eso, cuando algo sale mal, en vez de reflexionar y aprender del error, nos hundimos en la desesperación y tendemos a infravalorarnos e incluso a despreciarnos. También quiero recordar que NO todo está en nuestras manos, habrán cosas que podremos cambiar y otras que no.

Me he dado cuenta que en muchas ocasiones nos cohibimos a la hora de expresar nuestras emociones y opiniones por el miedo a la reacción de los demás. Esto solo ayuda a aumentar la sensación de inseguridad propia. Hay que reforzar este punto dándonos igual si nuestra opinión es diferente o contradictoria del resto. Esto ayudará a ser capaces de desenvolvernos en una serie de contextos.

He leído algo de psicólogos hablando del tema y he escogido tres pasos clave para llegar a tener una buena valoración de nosotros mismos. Éstos tres pasos consisten en:

  • Confianza en uno mismo: Se caracteriza por la conciencia de puntos fuertes y débiles, sintiéndonos cómodos en cada uno de ellos.
  • Autoevaluación realista: Asumiendo riesgos calculados y no aceptando retos imposibles.
  • Humor autocrítico: Que fortalezca la honestidad de uno mismo hacia el resto, siempre desde una actitud positiva.

Ya sé que es más fácil ponerse antiojeras, polvos en la cara o engominarnos el pelo, lo sé, pero tenéis que saber que es más provechoso para uno mismo identificar qué aspectos mejorar y trabajar en esa línea. Si queréis ser más 'guapos' o 'guapas' sed realistas, la verdad es belleza. Eso es todo lo que debéis de saber, vosotros lo valéis.

Eban

lunes, 2 de julio de 2012

La banca amorosa...


No sería nada nuevo para alguien cuando se dice estar de acuerdo que el amor es necesario como elemento fundamental en la felicidad de una persona. Su presencia posibilita el bienestar y la plenitud personal. De hecho, su ausencia, es vivida como terrorífica, como una vida llena de carencias a nivel afectivas y una fuente de infelicidad para quienes lo sufren. Enumerar las ventajas del ser querido o el querer resulta muy fácil y familiar. Lo malo viene cuando dejamos en su totalidad el concepto "felicidad" al concepto "amor". Y nos olvidamos que el amor es sólo un complemento, una suma más a la felicidad, y el primer conflicto lo encontramos cuando alguien (uno de los dos en la relación) resta todo el complemento del amor de la pareja, llevándose así la felicidad, y es que querido mío, el amor en depende que circunstancias, resta.

Psicólogos han establecido una serie de conceptos que hacen que estas matemáticas sentimentales fluyan. Tales principios hacen referencia al principio de habituación y al de saturación. No es novedad que nos habituamos a velozmente a las experiencias positivas de la vida. Por ejemplo: Si nuestro amado tiene actitudes culinarias más que aceptables y nos deleita el paladar, nos acostumbramos, olvidándonos del esfuerzo realizado por esa persona, sin necesidad de reforzar constantemente porque ya damos por hecho que siempre será así. En este sentido nos acostumbramos a lo bueno. Lo malo es que la falta de refuerzo hace que el otro mengue las ganas de seguir cocinando, haciendo que nosotros empecemos a valorar demasiado tarde lo que en su día teníamos.

El segundo principio es la saturación, y aquí ocurre todo lo contrario: lo malo cansa. No hace falta ser un gran lumbreras para saber que existe un comportamiento en el ser humano que hace que repitamos comportamientos que nos producen placer y tendamos a evitar los que no lo hacen, (exceptuando personalidades trastocadas donde existe el masoquismo, donde la persona siente placer al patrón autolesivo porque es vivido como recompensante). En las relaciones amorosas la capacidad de resistencia se ve claramente influenciada por este principio, de tal forma que veremos más atractivas a personas que no conozcamos (en este caso la saturación no existe y el balance es claramente positivo). Quien al principio de la relación no cocinaba especialmente bien, al largo de los años, se acaba convirtiendo en una especie de ataque terrorista grastronómico hacia nosotros. Porque la convivencia ha ido haciendo mella en la relación.

De esta manera si vamos sumando poco (no reforzamos lo que realmente nos gusta de la relación) y estamos restando constantemente (nos saturamos ante lo que no nos gusta) no es de extrañar que la gente busque nuevos financieros y matemáticos amorosos, que de entrada, siempre ofrecen un buen tipo de interés. Un buen principio es reforzar con mucha frecuencia lo bueno e intentar mejorar las diferencias y dificultades. Acostumbrarse a lo bueno sin aguantar lo malo y sin posibilidad de cambio nos arruinará.

Y si se me permite el uso de ésta expresión, hagan de sus relaciones una buena matemática y negocio, no vaya a ser que con el tiempo el banco del amor caiga en bancarrota sin resolución.

Eban

viernes, 20 de abril de 2012

Me enamoro, luego amo.

Todo en la vida tiene un ciclo, y en este caso, querido lector, el enamoramiento, que no el amor, tiene fecha de caducidad. Por esa razón el enamoramiento y el amor son términos completamente distintos. Incluso me arriesgaría a decir que el enamoramiento, el amor y la atracción física son completamente diferentes. De ese modo, nos pueden atraer físicamente múltiples personas, lo que tiende a la poligamia, y nos enamoramos de una sola, monogamia.

A lo largo de la historia, filósofos, pensadores y psicólogos han intentado definir la palabra amor. Por eso es muy difícil encontrar una posible definición, pero no imposible. Una posible sería la que lo considera un afecto, una emoción que nos empuja a desear la compañía de otra persona e incluso su bien. En algunas ocasiones nace a partir de un enamoramiento previo, como podrían ser las relaciones de pareja, el amor paternal o la amistad.

Bueno, sin liarnos, vamos a centrarnos en los conceptos citados anteriormente para distinguir claramente entre enamoramiento y amor. Hay estudios neurológicos que afirman que ambos procesos activan regiones cerebrales distintas. Por eso podríamos llegar a afirmar que el enamoramiento tiene fecha de caducidad. Muy a pesar de algunos, la fase pasional no dura eternamente. Hay quien afirma que el cerebro humano vive el enamoramiento como una adicción, por eso, muchas personas rompen su relación cuando la fase pasional desaparece.

El enamoramiento es la atracción que sentimos en un momento dado hacia otra persona, con todos los cambios hormonales que implica. Son varias las motivaciones que nos llevan a enamorarnos.

· Idealización del otro, gracias a un previo filtreo.

· Mediante Cupido, también conocido como ‘flechazo’.

· Para encontrar consuelo, después de una aventura.

· Por admiración del otro.

· Anhelación de compromiso y compañía.

Y por otra parte tenemos el amor, que según varios psicólogos aparece justamente cuando desaparece el enamoramiento. Este es el que requiere su conocimiento y tiempo para la otra persona. Por eso podríamos amar a diferentes personas pero difícilmente estaremos enamorados de más de uno.

Después de todo…. ¿cómo saber si estamos enamorados? Parece ser que hay cuatro características que en caso de producirse, nos sacarían de dudas.

· Intuición compartida de pensamiento de amor ideal.

· Percepción recíproca de sentimiento diferente a cualquier otro enamoramiento vivido o imaginado.

· Constante necesidad de permanecer al lado de esa persona.

· Vivencia sexual impregnada de sentimientos

A sí que si tú, mi lector querido, has tenido todo esto: estas enamorado. Si esta relación perdura en el tiempo y se estrechan vínculos podría llegar a aparecer el amor.

Eso sí, muchas veces se ha citado que el amor es ciego, y yo no soy de dicho pensamiento, ya que el amor implica la aceptación incondicional de la otra persona, aceptando, incluso, sus defectos. Es una realidad y no un sueño. No se puede estar siempre buscando a ciegas el príncipe azul o la princesa del castillo. Grabaos esto que decía Saint-Exúpery: “amar no es mirarse el uno al otro, sino, mirar juntos en la misma dirección”

Eban

domingo, 6 de noviembre de 2011

La calidad antes que la cantidad...

Últimamente y no sé muy bien por qué, encuentro como claro ejemplo a una misma persona. Como ya mencioné en la entrada pasada volveré a hablar de Shakespeare.

Este genial dramaturgo ya nos advirtió mucho antes del peligroso terreno de los celos, encarnado en el famoso personaje de Otelo. Un hombre atormentado que sólo vive para calmar sus ansias de venganza por el terrible terror de infidelidad por parte de su mujer. El trágico final ya nos lo podemos imaginar, y no sólo eso, sino también las fatales repercusiones que sobre el comportamiento humano tiene el mal de la celotipia.

He oído y no sólo una vez y lo que me preocupa más es que lo oiga en pleno siglo XXI, que si no se es celoso es porque no se ama. Y no sólo estoy en desacuerdo, sino que todo lo contrario, los celos son simplemente muestra en toda regla de las inseguridades del individuo en general y de sus inseguridades personales en particular. No hace falta ser un gran psicólogo para saber que éstas reacciones están asociadas al miedo de la pérdida del sujeto amoroso que se revela en la forma de: ansiedad, agresividad, tensión, angustia y otros sentimientos… Todo esto como fruto de una baja autoestima y de una falta de seguridad, porque el que ama desde estos criterios, creyéndose inferior lógicamente, teme a que su pareja pueda encontrar fácilmente una alternativa a él, y vive presa de sus propios temores.

Los celos son la confluencia de tres grandes factores: el amor hacia una persona en particular, el amor propio y las inseguridades particulares. Y aquí está el problema, si se ama a alguien desde la inseguridad, el temor a perder a la otra persona se convierte en el motor de la conducta. De este modo, como la mayoría, no se es celoso por querer, sino por el temor de perder. Por eso es un error evitar las relaciones amorosas por evitar caer en los temibles brazos de los celos. Toda conducta de evitación siempre está condenada a huir sin resolución. Por eso debemos trabajarlo psicológicamente para resolver la autoestima y reforzar la seguridad propia.

La realidad de todo es que hay más persona inmaduras que maduras, y en este sentido, han experimentado en un momento u otro el mal de los celos. Los celos más comunes nacen de una situación real: la persona tiene motivos para estarlo, y además, su respuesta emotiva es proporcional a la magnitud de los hechos. Es en este caso que la madurez personal nos puede llevar a controlar la situación ante una evidencia. Ahora bien, la peor cara de los celos la construyen expresiones emocionales a unos hechos irreales, fruto, claro, del pensamiento negativo e inseguro y enfermizo de la persona que lo padece. La mayoría de casos, el celoso, tiene constituido un perfil paranoico, rasgo que le lleva a percibir la realidad distorsionada. Tal idea queda anclada en el profundo fondo del individuo y es casi imposible hacerle ver e incluso convencerles de lo contrario. Y en el fondo de todo esto, la mayoría de personas que padecen celos responden a personalidades débiles y con carencias a nivel afectivo.

Lo peor de estas situaciones es que el sufrimiento se multiplica: el celoso lo pasa realmente mal, pero ¿y la otra persona? Acaba sufriendo incluso más por ver como la otra persona sufre y encima le hace sufrir a él… Es por este motivo que recomiendo ir a terapia de pareja, siempre y cuando se quiera cambiar.

Después de todo lo explicado me viene a la memoria una frase que dijo Molière: “quien es celoso ama más, pero quien no lo es ama mejor”. Y en cuestión de amor, como bien se sabe, prefiero anteponer la calidad a la cantidad, es por eso que os aconsejo que primero os queráis a vosotros mismos y después busquéis el amor de otra persona. Buscad vuestra felicidad.


EBAN

domingo, 9 de octubre de 2011

La duda me invade...

Nadie antes que Shakespeare reflejó de manera más audaz y poética los perfiles principales humanos. Por eso, si resucitáramos a Hamlet, tras varios siglos, seguiría haciéndose la misma pregunta: “ser o no ser, esa es la cuestión”. Por que lo que está claro es que la incertidumbre y la inseguridad siguen vigentes a día de hoy.

La duda puede ser causante de dos cosas, una, es que sea una actitud resolutiva y nos permita adaptarnos al medio, y otra es más bien lo contrario, la duda paraliza. Todos somos los reyes navegando entre los mares de la indecisión, la incerteza y la meditación excesiva, que todo ello se traduce como símbolo de inequívoco de la irresolución.

No estoy diciendo que sea malo dudar, ni mucho menos, con la duda tenemos ese margen para el análisis y valoración de los problemas que surgen de nuestra vida. Lo que resulta nefasto es quedarse anclado en ella, como el que delante de una bifurcación, se queda en medio del cruce sin girar a ninguna dirección por no saber que hacer o por no tener claro si girar a la derecha o a la izquierda.

Hay que tener presente que hay dos maneras de actuar ante un problema: la primera, búsqueda de la solución inmediata que nos garantice la desaparición del quebradero de cabeza; la segunda, análisis y valoración del problema sin la búsqueda inmediata de la resolución. Ambas de manera aisladas no conducen al éxito. La primera, porque existe un alto nivel de fracasar por la precipitación de nuestra decisión. La segunda, porque la valoración excesiva del problema sólo lleva a la ampliación del mismo o a diferentes “subproblemas”. Y después de esto, ¿cuál es el camino a escoger?, pues como todo en la vida, lo correcto es un equilibrio, en este caso, el equilibrio entre los dos conceptos, de tal manera que obtenemos: valorar y analizar la dirección más correcta. Eso sí, si dudamos, fallamos.

Una de las cosas más difíciles en la vida es la toma de decisiones, decidir implica posicionarse y, en ciertas ocasiones, renunciar. Si nos asalta la duda y nos dejamos llevar por nuestras inhibiciones, la conducta queda totalmente bloqueada favoreciendo la inactividad. Otro factor bloqueante es el miedo al cambio. Entramos en peligroso terreno de confundir el “no estar mal” con el “estar bien”, cuando son dos cosas muy distintas. El temor a no querer cambiar las cosas por tal de no empeorarlas y quedarnos como estamos, aun estando mal, es siempre la peor estrategia.

El temor a fracasar es en sí mismo el fracaso, ya que no llegamos a solucionar los conflictos, simplemente se aplaza para más adelante porque en ese momento no se está seguro de poder cumplir los objetivos. Lo que suele pasar al dejar pasar el tiempo es que el problema se agrava y aumenta el mal estar interno.

Ante cualquier decisión importante es recomendable actuar con seguridad y conocimiento de uno mismo. No podemos lanzarnos a empresas que están fuera de nuestro alcance, pero tampoco reducirlas limitando a nuestras posibilidades. ¿El mejor camino? El autoconocimiento, que implica saber en cada momento cuáles son nuestras capacidades, que nos permitirán llegar a un punto óptimo de ejecución, y cuáles son nuestras limitaciones, que marcaran el límite de nuestra realización.

Todos tenemos potenciales que no ponemos en práctica por desconocimiento de los mismos. Sin este autoconocimiento previo, correremos el peligro de cometer dos grandes erratas: la sobrevaloración y la infravaloración de nuestros potenciales y limitaciones. El primer error nos conduce al fracaso seguro, el segundo, al temido callejón sin salida llamado frustración.

“One change in my life. This is I need”. Cambio, sí, necesito un cambio, necesito no tener miedo a desterrarte de mi cabeza, necesito valorarme más y dejar a un lado lo vivido para vivir más.

A modo de conclusión sólo citaré un aporte que dijo NIETZCHE: “quien tiene un por qué en la vida no necesita un cómo…”



EBAN

martes, 4 de octubre de 2011

Funcionarios con corazón

Any moment, everything can change. For a minute, all the world can wait. Let go of yesterday. Open up the part of you that wants to hide away. Forget about the reasons why you can’t in life. Because it’s your time, time to FLY.

Corren tiempos difíciles y no solo me refiero a la crisis, me refiero al conjunto de sentimientos llevados a unos límites inexplicables.

Como dije en otras ocasiones el amor llevado a unos limites desastrosos, el amor mal entendido te puede llevar a sufrir mucho y quizá sea el desencadenante de otra serie de problemas.

“Piensas mucho, demasiado me arriesgaría a decir”. Sí, mi subconsciente tiene razón pero él también provoca estas situaciones. El bien y el mal, el conjunto de mi “yo” interior, el “placer” de sufrir al final ha podido conmigo.

“Gracias” la palabra más usada en mi vida desde hace unos días, una palabra que lo dice todo o nada. Y yo quiero darte el “gracias” por “todo”.

Jamás pensé dar las gracias a un profesor, el cual me imparte clases, pero como siempre se suele decir, nunca digas nunca. Siempre indignado con la clase de funcionarios que son los profesores y al final, hoy, voy a acabar dándole las gracias a uno… ¡como cambia la vida!

Hoy bajón otra vez, pero no solo contento con eso, sino que monto el drama a la mejor película del año 2011 y para el resto del siglo XX. Sí, así de triste viene siendo el día de hoy, una mujer a la que ni le va ni le viene mi vida es a la que le acabo explicando absolutamente todo, incluso llegando al terreno sentimental.

No sé si algún día leerás esto que estoy escribiendo ahora mismo, pero no te puedes hacer una idea de lo que me has llegado a ayudar esta tarde. Jamás un profesor me ha visto así y lo que implica que jamás un/a tutor/a me haya ayudado así.

Aprovecho esto para darte miles y millones de gracias y sobre todo aprovecho para pedirte perdón por el drama de hoy.



EBAN