lunes, 2 de julio de 2012

La banca amorosa...


No sería nada nuevo para alguien cuando se dice estar de acuerdo que el amor es necesario como elemento fundamental en la felicidad de una persona. Su presencia posibilita el bienestar y la plenitud personal. De hecho, su ausencia, es vivida como terrorífica, como una vida llena de carencias a nivel afectivas y una fuente de infelicidad para quienes lo sufren. Enumerar las ventajas del ser querido o el querer resulta muy fácil y familiar. Lo malo viene cuando dejamos en su totalidad el concepto "felicidad" al concepto "amor". Y nos olvidamos que el amor es sólo un complemento, una suma más a la felicidad, y el primer conflicto lo encontramos cuando alguien (uno de los dos en la relación) resta todo el complemento del amor de la pareja, llevándose así la felicidad, y es que querido mío, el amor en depende que circunstancias, resta.

Psicólogos han establecido una serie de conceptos que hacen que estas matemáticas sentimentales fluyan. Tales principios hacen referencia al principio de habituación y al de saturación. No es novedad que nos habituamos a velozmente a las experiencias positivas de la vida. Por ejemplo: Si nuestro amado tiene actitudes culinarias más que aceptables y nos deleita el paladar, nos acostumbramos, olvidándonos del esfuerzo realizado por esa persona, sin necesidad de reforzar constantemente porque ya damos por hecho que siempre será así. En este sentido nos acostumbramos a lo bueno. Lo malo es que la falta de refuerzo hace que el otro mengue las ganas de seguir cocinando, haciendo que nosotros empecemos a valorar demasiado tarde lo que en su día teníamos.

El segundo principio es la saturación, y aquí ocurre todo lo contrario: lo malo cansa. No hace falta ser un gran lumbreras para saber que existe un comportamiento en el ser humano que hace que repitamos comportamientos que nos producen placer y tendamos a evitar los que no lo hacen, (exceptuando personalidades trastocadas donde existe el masoquismo, donde la persona siente placer al patrón autolesivo porque es vivido como recompensante). En las relaciones amorosas la capacidad de resistencia se ve claramente influenciada por este principio, de tal forma que veremos más atractivas a personas que no conozcamos (en este caso la saturación no existe y el balance es claramente positivo). Quien al principio de la relación no cocinaba especialmente bien, al largo de los años, se acaba convirtiendo en una especie de ataque terrorista grastronómico hacia nosotros. Porque la convivencia ha ido haciendo mella en la relación.

De esta manera si vamos sumando poco (no reforzamos lo que realmente nos gusta de la relación) y estamos restando constantemente (nos saturamos ante lo que no nos gusta) no es de extrañar que la gente busque nuevos financieros y matemáticos amorosos, que de entrada, siempre ofrecen un buen tipo de interés. Un buen principio es reforzar con mucha frecuencia lo bueno e intentar mejorar las diferencias y dificultades. Acostumbrarse a lo bueno sin aguantar lo malo y sin posibilidad de cambio nos arruinará.

Y si se me permite el uso de ésta expresión, hagan de sus relaciones una buena matemática y negocio, no vaya a ser que con el tiempo el banco del amor caiga en bancarrota sin resolución.

Eban

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